viernes, 24 de abril de 2015

DON QUIJOTE DE LA MANCHA

Capítulo 4: De lo que le sucedió a nuestro caballero cuando salió de la venta

El alba apenas florecía cuando Don Quijote salió de la venta muy contento por verse armado caballero.
Entonces decidió volver a su casa, vestirse y tomar todo lo que necesitaba un caballero, además de buscar un escudero, para lo cual pensó en su vecino labrador que era pobre y tenía hijos.

Luego guió a Rocinante hasta la aldea de aquel labrador. Ya en camino escuchó unas voces, que parecían lamentos, entonces dijo:

-Gracias doy al cielo por la merced que me hace, pues tan presto me pone ocasiones delante, donde yo pueda cumplir con lo que debo a mi profesión, y donde pueda coger el fruto de mis buenos deseos: estas voces sin duda son de algún menesteroso o menesterosa, que ha menester mi favor y ayuda.

Así que encaminó a Rocinante hacia donde se escuchaban aquellas voces, entró en el bosque, vió atada una yegüa a un árbol y en otro árbol estaba atado un muchacho de unos quince años, el cual estaba desnudo de la cintura para arriba; aquel era el que gemía porque un labrador corpulento lo estaba azotando, cada uno de ellos acompañado de una reprensión. Mientras el muchacho respondía:

-No lo haré otra vez mi señor



Don Quijote al ver la situación dijo al labrador:

-Descortés caballero, mal parece tomaros con quien defender no se puede; subid sobre vuestro caballo y tomad vuestra lanza, que yo os haré conocer ser de cobardes lo que estáis haciendo.

El labrador respondió a Don Quijote:

-Señor caballero, este muchacho que estoy castigando es un mi criado, que me sirve de guardar una manada de ovejas que tengo en estos contornos, el cual es tan descuidado que cada día me falta una, y porque castigo su descuido o bellaquería, dice que lo hago de miserable, por no pagarle la soldada que le debo, y en Dios y en mi ánima que miente.



Entonces Don Quijote le ordenó desatarlo y pagar al muchacho los sesenta y tres reales que le debía de nueve meses de trabajo a siete reales cada uno.
Pero el labrador dijo que no tenía dinero en ese momento, así que prometía pagarle a Andrés (como se llamaba el criado) en cuanto llegara a la casa; Andrés no quería irse con su amo porque decía que lo desollaría al llegar.
Al escuchar esto Juan Haldudo el rico, vecino del Quintanar (como se llamaba el labrador) juró que le pagaría a Andrés lo que debía.

Así que Don Quijote le dijo:

-Dádle el dinero en reales, que con esto me contento; y yo miraré que lo cumpláis como lo habéis jurado; si no, por el mismo juramento os juro de volver a buscaros y a castigaros, y que os tengo de hallar aunque os escondáis más que una lagartija. Y si queréis saber quién os manda esto, para quedar con más veras obligado a cumplirlo, sabed que yo soy el valeroso Don Quijote de la Mancha, el desfacedor de agravios y sinrazones; y a Dios quedad, y no se os parta de las mientes lo prometido y jurado, so pena de la pena pronunciada.



OPINIÓN PERSONAL: En este capítulo Don Quijote demuestra ser un caballero con su benevolencia y valentía para defender a los menesterosos y obrar con justicia. En este capítulo se ve reflejado el idioma español usado en la época en que fué escrita la obra.

domingo, 19 de abril de 2015

DON QUIJOTE DE LA MANCHA

PRIMER CAPÍTULO:
DON QUIJOTE SALE EN BUSCA DE AVENTURAS Y ES ARMADO CABALLERO


En un lugar de La Mancha, vivía un hidalgo de escudo antigüo, rocín flaco y galgo corredor. Llevaba una vida acomodada aunque sin grandes lujos, y en su casa nunca faltó comida, ni ropa con la que vestirse en los días de fiesta.

Vivían con él un ama, que tenía más de cuarenta años, y una sobrina, que no llegaba a los veinte. Había también un criado, que ensillaba el rocín que podaba las viñas.

Don Alonso Quijano, que así se llamaba el hidalgo, tenía casi cincuenta años. Era fuerte pero flaco, de pocas carnes y cara delgada, gran madrugador y amigo de la caza. Como vivía de rentas, es decir, sin trabajar, tenía mucho tiempo libre, y lo empleaba en leer libros, con tanta afición que olvidó la caza y hasta la administración de su casa, e incluso llegó a vender muchas de sus tierras para comprar todos los libros que quería.


 Don Alonso llegó a obsesionarse por comprender el sentido de esas lecturas, las cuales compartía con el cura de su aldea y luego discutían sobre cual había sido el mejor caballero: Palmerín de Inglaterra o Amadís de Gaula.

Don Alonso leía tanto y dormía tan poco que se le seco el cerebro y se volvió loco.
Cuando estuvo completamente loco se le ocurrió convertirse en caballero andante e irse por todo el mundo para hacer frente a los más difíciles peligros y así lograr fama eterna.

Para llevar a cabo su plan necesitaba de armas por lo que limpió y reparó las que habían sido de sus bisabuelos. Luego fue a ver a su caballo que como era muy flaco le puso por nombre Rocinante, nombre sonoro y significativo de lo que había sido antes, porque ahora era el primero de todos los rocines del mundo.
Luego quiso ponerse nombre a sí mismo y luego de pensarlo por ocho días se llamó Don Quijote de la Mancha.

Le faltaba buscar una dama de quién enamorarse, y la encontró: Aldonza Loreno, a quien su imaginación la transformó en princesa y gran señora, merecedora de un nombre como Dulcinea, Dulcinea del Toboso.

Iba ya a ponerse en marcha cuando se acordó que según la ley de caballería debía ser armado caballero para poder utilizar las armas en combate, así que decidió que al primero que encontrase le pediría que lo armase caballero.


Y sin más salió al campo a hacer realidad sus deseos.
Pasaba el tiempo y no sucedía nada, así que Don Quijote empezaba a desilusionarse.
Ya al anochecer Don Quijote y Rocinante estaban cansados, por lo que buscaron una cabaña, la cual después de caminar mucho encontraron.
En la puerta estaban dos mujeres que llaman de mala vida, a las cuales Don Quijote confundió con unas doncellas.

Luego apareció el ventero, quien ayudó a Don Quijote a bajar del caballo y le ofreció algo para cenar, que Don Quijote comió con prisa, preocupado por la idea de ser armado caballero cuanto antes.

Ansioso, se encerró con el ventero en la cuadra, se puso de rodillas y le imploró que lo armara caballero. El ventero lo tomó por loco y para divertirse le siguió la cuerda. Pero le dijo que en su posada no había capilla donde velar las armas, pero que podía hacerlo en el patio y que ya por la mañana se celebrarían las debidas ceremonias.

Don Quijote salió a un patio grande que había en la venta, se quitó la armadura, la dejó en un abrevadero y, muy serio, empezó a pasearse alrededor. Uno de los arrieros que ahí había quiso dar agua a sus animales, por lo que tuvo que quitar las armas que Don Quijote había colocado en el pilón. Este, al verlo llegar, le advirtió:

    -Pero qué haces canalla? No tóques las armas del más valeroso caballero ándate si no quieres perder la vida por tu atrevimiento.


El arriero no hizo caso de estas razones y las tiró tan lejos como pudo, pensando que eran trastos viejos, entonces, Don Quijote levantó la lanza y le dió un golpe tan grande en la cabeza que lo derribó al suelo y lo dejó mal herido. Luego, recogió sus armas y volvió a pasearse como antes.
Cuando los demás arrieros vieron lo sucedido empezaron a tirarle piedras a Don Quijote hasta que el ventero logro detenerlos diciéndoles que se trataba de un loco.

Finalmente el ventero se acercó a él y le propuso armarlo caballero, y después de tan disparatada ceremonia, Don Quijote preparó a Rocinante y le dijo al ventero que tenía que irse para ayudar a las viudas y los huérfanos.
El ventero le dijo que antes de irse le tenía que pagar y Don Quijote le dijo que no podía, pues en los libros de caballería nunca decían que los caballeros llevaban dinero consigo. Entonces el ventero le dijo que en esos libros no decía nada de eso porque estaba claro como el agua.
Así que Don Quijote prometió seguir el consejo del buen ventero, y contento de verse armado caballero, salió de allí al amanecer.


OPINIÓN PERSONAL: En este maravilloso capítulo nos cuentan cómo es Don Quijote y cómo llegó a armarse caballero, éste es sólo el inicio de una fantástica aventura llena de locura, diversión y por supuesto de caballería. La obra original está llena de muchos arcaísmos debido a la época en la que fué escrita. Ésta es una magnífica obra de Miguel de Cervantes Saavedra que sin duda alguna perdurará en el tiempo.